martes, 12 de enero de 2021

Batalla el Pacífico (Estados Unidos vs Japón)

Seis meses después del ataque japonés a la base naval estadounidense de Pearl Harbor, Midway fue el escenario de una confrontación entre norteamericanos y japoneses para el control del océano Pacífico que acabó con la derrota del Imperio del Sol Naciente.

La agresión japonesa a la base naval del Pacífico de EE.UU., ocurrida el 7 de diciembre de 1941, definió el curso de la Segunda Guerra Mundial.

Una agresión que cambió el curso de la Segunda Guerra Mundial metió a un Estados Unidos aislacionista en el conflicto y que, desde la perspectiva oriental, rompió con la dinámica de la historia en Asia.

Precisamente desde la perspectiva nipona, el germen del ataque a Pearl se encuentra diez años antes, con la invasión japonesa de China que terminó generando el estado-satélite de Manchukuo. El crac del 29 afectó también a Japón, cuya población se entregó a los militares y a la solución que proponían: la expansión territorial mediante la guerra para nutrirse de materias primas. Manchukuo fue la cabeza de puente en la Asia continental, legitimizada por la presencia de Pu Yi, antiguo emperador de China, y que sirvió como base de expansión hacia el sur: desde la Indochina francesa, hasta la Malasia británica o las Antillas holandesas. Es decir, hacia las colonias que la convulsa Europa de los años 30 había dejado en estado de semiabandono.

Para 1940, la expansión continental de Japón le convertía en un aliado estratégico dentro de un conflicto que ya se adivinaba global. Tras comprometerse a no agredir a la URSS, Tokio se sumó al eje Berlín-Roma en el Pacto Tripartito firmado el 27 de septiembre de 1940, que concedía a Japón la primacía territorial en Asia. Y fue en ese momento cuando Estados Unidos sintió la amenaza. Con la URSS preocupada por su frente europeo, la expansión en el Pacífico en el continente el rival era China del Imperio Japonés solo encontraba una posible resistencia: la de Washington.



Los seis portaaviones nipones Akagi, Kaga, Sōryū, Hiryū, Shōkaku y Zuikaku transportaban más de 400 aviones con destino a la base naval del Pacífico de Estados Unidos, donde la flota norteamericana reposaba. Los once días de travesía debían llevarse a cabo en el más absoluto de los secretos, ya que el éxito del ataque, diseñado desde principios de 1941, dependía del factor sorpresa. El objetivo era anular la fuerza naval en el Pacífico de EE.UU. Con los submarinos u-boots alemanes controlando el norte del Atlántico, el aislacionismo de EE.UU. dejaría de ser una estrategia para convertirse en una imposición. De otra parte, la geografía del Pacífico –multitud de islas, imposibles extensiones- obligaría a Washington a centrar el foco de su fuerza militar en defender la costa oeste del país.



Y el factor sorpresa funcionó. La flota japonesa permaneció oculta hasta las 3:42 de la madrugada del 7 de diciembre, cuando uno de los submarinos que acompañaba a los portaaviones fue avistado por un buscaminas estadounidense, el Condor, que no advirtió la gravedad del peligro. Dos horas y 28 minutos después, a las 6:10, la primera oleada de aviones japoneses partía hacia su objetivo: 183 aparatos que debían destruir, por este orden, todos los acorazados, portaaviones, cruceros y destructores posible. Además, los cazas Zero tenían un objetivo añadido: acabar con los aeródromos para impedir una defensa inmediata de la segunda oleada de ataques.

Sin saberlo, la propia base de Estados Unidos está ayudando a sus enemigos. Los pilotos japoneses usan una radio local, ubicada en Honolulu, como guía hacia su objetivo. Es esa estación la que les informa de que las nubes no serán un obstáculo durante el ataque: “Está nublado en las montañas, pero la visibilidad es buena”. El reporte se emitió a las 7:40 de la mañana. Poco antes, el mensaje del buscaminas Condor ya había llegado a su buque de referencia, el Ward: habían atacado a un submarino que estaba en aguas defensivas de Hawái. El Estado Mayor de la Flota del Pacífico decidió no hacer nada y esperar a la confirmación del ataque. Lo consideraban uno más de los falsos reportes de ataques submarinos que se habían recibido en esas fechas.

Pero el auténtico drama se vivía en Washington: a las 7:33, hora de Hawái, los servicios de inteligencia lograron desencriptar un mensaje japonés que indicaba a sus negociadores –el desencuentro por la Nota Hull no había acabado con la diplomacia- que abandonasen las conversaciones. Transmitido de inmediato al presidente Roosevelt y al general George Marshall, jefe del Estado Mayor, se decidió advertir a Pearl Harbor de la situación. El mensaje, no obstante, no llegaría a Pearl Harbor hasta las 11:45, cuando en la base solo queda espacio para la tragedia.

A las 7:55, en Pearl Harbor suena la primera explosión. El ataque ha comenzado. Y en la radio japonesa truena otro mensaje: “Tora! ¡Tora! ¡Tora!”. Mitsuo Fuchida, que lidera la primera oleada, transmite la clave que hace saber al Almirante Yamamoto, estratega del ataque, que Pearl Harbor no tiene defensa.

 


Veinte minutos después de iniciado el ataque, Pearl Harbor era un caos. De lo poco que se puede hacer en el desorden es tratar de salvar los barcos más pequeños, más maniobrables. Es el caso de los destructores Helm y Monaghan que, en su huida, descubren que el ataque japonés no es sólo aéreo. Ambos topan con dos minisubmarinos lanzatorpedos, y logran hundirlos. El Helm, además, consigue rescatar y arrestar a uno de los ocupantes de los sumergibles japoneses, Kazuo Sakamaki, que se convierte en el primer prisionero de guerra capturado por Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Sakamaki será, además, el único prisionero hecho durante el ataque.



Un día después, el 8 de diciembre de 1941, el presidente Franklin D. Roosevelt se dirige a la nación y al Congreso. Tras el ataque, el aislacionismo es imposible y FDR romperá su promesa de no enviar a estadounidenses a combatir en el extranjero. El Senado finalmente aprueba la declaración de Guerra con un voto contundente: 388 síes y un único no. Estados Unidos, así, entra en guerra contra Japón y el eje Berlín-Roma. “Ayer –dijo Roosevelt-, siete de diciembre de 1941, una fecha que vivirá en la infamia, Estados Unidos de América fue repentina y deliberadamente atacado por fuerzas navales y aéreas del Imperio del Japón”.

La participación de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial será capital para la derrota del nazismo en Europa a través del Desembarco de Normandía, en el que participó, por cierto, uno de los barcos dañados por los japoneses en Pearl: el USS Nevada. Al otro lado del mundo, la guerra con Japón terminaría el 15 de agosto de 1945 tras los ataques nucleares contra Hiroshima y Nagasaki, que desharían el Imperio japonés. Atrás quedarán los experimentos de guerra biológica de Japón en territorio chino y contra cientos de miles de ciudadanos locales, o los campos de concentración, llamados de relocalización, para inmigrantes asiáticos, fundamentalmente japoneses, que se establecerán en Estados Unidos. No, el 7 de diciembre de 1941 no fue la única fecha que vivirá en la infamia.

Aquí te dejamos un link acerca de la batalla del pacífico:

https://www.youtube.com/watch?v=XQSBPsllRqY

Te presentamos un documental, que narra los acontecimientos que condujeron a la batalla épica que cambió el curso de la historia de la segunda guerra mundial y terminó siendo un desastre para Japón, cuenta con los testimonios de pilotos de combate japoneses participantes en el ataque, militares estadounidenses y expertos investigadores que han deconstruido el ataque y descubierto por qué y cómo salió mal esta operación planeada cuidadosamente.

Pearl Harbor

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