Seis meses después del ataque japonés a la base naval estadounidense de
Pearl Harbor, Midway fue el escenario de una confrontación entre
norteamericanos y japoneses para el control del océano Pacífico que acabó con
la derrota del Imperio del Sol Naciente.
La agresión japonesa a la base
naval del Pacífico de EE.UU., ocurrida el 7 de diciembre de 1941, definió el
curso de la Segunda Guerra Mundial.
Una agresión que cambió el
curso de la Segunda Guerra Mundial metió a un Estados
Unidos aislacionista en el conflicto y que, desde la perspectiva
oriental, rompió con la dinámica de la historia en Asia.
Precisamente desde la
perspectiva nipona, el germen del ataque a Pearl se encuentra diez años antes,
con la invasión japonesa de China que terminó
generando el estado-satélite de Manchukuo. El crac del 29 afectó
también a Japón, cuya población se entregó a los militares y a la solución que
proponían: la expansión territorial mediante la guerra para nutrirse de
materias primas. Manchukuo fue la cabeza de puente en la Asia continental,
legitimizada por la presencia de Pu Yi, antiguo emperador de China,
y que sirvió como base de expansión hacia el sur: desde la Indochina francesa,
hasta la Malasia británica o las Antillas holandesas. Es decir, hacia las
colonias que la convulsa Europa de los años 30 había dejado en estado de semiabandono.
Para 1940, la expansión
continental de Japón le convertía en un aliado estratégico dentro de un
conflicto que ya se adivinaba global. Tras comprometerse a no agredir a
la URSS, Tokio se sumó al eje Berlín-Roma en el Pacto
Tripartito firmado el 27 de septiembre de 1940, que concedía a Japón
la primacía territorial en Asia. Y fue en ese momento cuando Estados Unidos
sintió la amenaza. Con la URSS preocupada por su frente europeo, la expansión
en el Pacífico en el continente el rival era China del Imperio Japonés solo
encontraba una posible resistencia: la de Washington.

Los seis
portaaviones nipones Akagi, Kaga, Sōryū, Hiryū, Shōkaku y Zuikaku
transportaban más de 400 aviones con destino a la base naval del Pacífico de
Estados Unidos, donde la flota norteamericana reposaba. Los once días de
travesía debían llevarse a cabo en el más absoluto de los secretos, ya que el
éxito del ataque, diseñado desde principios de 1941, dependía del factor
sorpresa. El objetivo era anular la fuerza naval en el Pacífico de EE.UU. Con
los submarinos u-boots alemanes controlando el norte del Atlántico, el
aislacionismo de EE.UU. dejaría de ser una estrategia para convertirse en una
imposición. De otra parte, la geografía del Pacífico –multitud de islas,
imposibles extensiones- obligaría a Washington a centrar el foco de su fuerza
militar en defender la costa oeste del país.

Y el factor sorpresa funcionó.
La flota japonesa permaneció oculta hasta las 3:42 de la madrugada del 7 de
diciembre, cuando uno de los submarinos que acompañaba a los portaaviones fue
avistado por un buscaminas estadounidense, el Condor, que no advirtió
la gravedad del peligro. Dos horas y 28 minutos después, a las 6:10, la
primera oleada de aviones japoneses partía hacia su objetivo: 183 aparatos que
debían destruir, por este orden, todos los acorazados, portaaviones, cruceros y
destructores posible. Además, los cazas Zero tenían un objetivo añadido: acabar
con los aeródromos para impedir una defensa inmediata de la segunda oleada de
ataques.
Sin saberlo, la propia base de
Estados Unidos está ayudando a sus enemigos. Los pilotos japoneses usan una
radio local, ubicada en Honolulu, como guía hacia su objetivo. Es esa estación
la que les informa de que las nubes no serán un obstáculo durante el ataque: “Está
nublado en las montañas, pero la visibilidad es buena”. El reporte se emitió a
las 7:40 de la mañana. Poco antes, el mensaje del buscaminas Condor ya había
llegado a su buque de referencia, el Ward: habían atacado a un submarino que
estaba en aguas defensivas de Hawái. El Estado Mayor de la Flota del Pacífico
decidió no hacer nada y esperar a la confirmación del ataque. Lo consideraban
uno más de los falsos reportes de ataques submarinos que se habían
recibido en esas fechas.
Pero el auténtico drama se
vivía en Washington: a las 7:33, hora de Hawái, los servicios de inteligencia
lograron desencriptar un mensaje japonés que indicaba a sus negociadores
–el desencuentro por la Nota Hull no había acabado con la diplomacia- que abandonasen
las conversaciones. Transmitido de inmediato al presidente Roosevelt y al
general George Marshall, jefe del Estado Mayor, se decidió advertir a Pearl
Harbor de la situación. El mensaje, no obstante, no llegaría a Pearl
Harbor hasta las 11:45, cuando en la base solo queda espacio para la
tragedia.
A las 7:55, en Pearl Harbor
suena la primera explosión. El ataque ha comenzado. Y en la radio japonesa
truena otro mensaje: “Tora! ¡Tora! ¡Tora!”. Mitsuo Fuchida, que lidera la
primera oleada, transmite la clave que hace saber al Almirante Yamamoto,
estratega del ataque, que Pearl Harbor no tiene defensa.

Veinte minutos después de
iniciado el ataque, Pearl Harbor era un caos. De lo poco que se puede hacer en
el desorden es tratar de salvar los barcos más pequeños, más maniobrables. Es
el caso de los destructores Helm y Monaghan que, en su
huida, descubren que el ataque japonés no es sólo aéreo. Ambos topan con
dos minisubmarinos lanzatorpedos, y logran hundirlos. El Helm,
además, consigue rescatar y arrestar a uno de los ocupantes de los sumergibles
japoneses, Kazuo Sakamaki, que se convierte en el primer prisionero
de guerra capturado por Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Sakamaki será, además, el único prisionero hecho durante el ataque.

Un día después, el 8 de
diciembre de 1941, el presidente Franklin D. Roosevelt se dirige a la nación y
al Congreso. Tras el ataque, el aislacionismo es imposible y FDR
romperá su promesa de no enviar a estadounidenses a combatir en el extranjero.
El Senado finalmente aprueba la declaración de Guerra con un voto
contundente: 388 síes y un único no. Estados Unidos, así, entra en guerra
contra Japón y el eje Berlín-Roma. “Ayer –dijo Roosevelt-, siete de diciembre
de 1941, una fecha que vivirá en la infamia, Estados Unidos de América fue
repentina y deliberadamente atacado por fuerzas navales y aéreas del Imperio
del Japón”.
La participación de EE.UU. en
la Segunda Guerra Mundial será capital para la derrota del nazismo en Europa a
través del Desembarco de Normandía, en el que participó, por cierto, uno de los
barcos dañados por los japoneses en Pearl: el USS Nevada. Al otro lado del mundo,
la guerra con Japón terminaría el 15 de agosto de 1945 tras los ataques
nucleares contra Hiroshima y Nagasaki, que desharían el Imperio
japonés. Atrás quedarán los experimentos de guerra biológica de Japón en
territorio chino y contra cientos de miles de ciudadanos locales, o los campos
de concentración, llamados de relocalización, para inmigrantes asiáticos,
fundamentalmente japoneses, que se establecerán en Estados Unidos. No, el 7 de
diciembre de 1941 no fue la única fecha que vivirá en la infamia.
Aquí te dejamos un link acerca de la batalla del pacífico:
https://www.youtube.com/watch?v=XQSBPsllRqY
Te presentamos un documental, que narra los
acontecimientos que condujeron a la batalla épica que cambió el curso de la
historia de la segunda guerra mundial y terminó siendo un desastre para Japón,
cuenta con los testimonios de pilotos de combate japoneses participantes en el
ataque, militares estadounidenses y expertos investigadores que han
deconstruido el ataque y descubierto por qué y cómo salió mal esta operación
planeada cuidadosamente.
Pearl Harbor